Si me preguntan: -¿Has sido feliz?-
Gotas, momentos de plenitud en un mar de insatisfacción. ::~
Si me preguntan: -¿Has sido feliz?-
Gotas, momentos de plenitud en un mar de insatisfacción. ::~
Hay momentos –en general los atardeceres-, hay días –usualmente los domingos-, en que siento la alegre pesadumbre de estar muerto y vivo, y me invade un ansia eterna, una melaza de nostalgias que se pega a las telas de mi pensamiento y me trastorna con unas ganas imparables de ser algo, otra cosa. Cientos de veces me he preguntado de dónde me viene todo esto y a dónde me conduce; este sordo deseo de fama. Y ahora pienso que no es más que el querer que me otorguen un carné para entrar en una comunidad. Y miro por la ventana los gatos revolcándose sobre las chapas del galpón allá abajo y escucho a mi hermana hablarme del diálogo melancólico de las ballenas al atardecer. ¿Qué obscura memoria, qué visión atávica me conduce? Y pienso que todos estamos bajo los mismos astros.
Y pienso que algo anda mal, que alguna cosa se rompió, porque no encuentro una comunidad y porque el carné nunca llega. Y entonces me escapo hacia otra cosa –sin dudas una esperanza-, una añoranza de viaje, de ojos bellos, de lago, de fuego, de otras lenguas, de besos tercos. ::~
Hoy, me despierto pesado, me demoro en la cama, me vuelvo a dormir. Me despierto nuevamente, con un gusto a sueño alegre, intrépido, placentero... Las luz espanta sus imágenes, que se escapan de mi memoria como gacelas asustadas dejando nubes de polvo. Felices manchas que ensucian mi vigilia.
Unas ansias locas de ver el mundo, unas ansias locas de enredarme con las cosas y de perderme y encontrarme. Una escena. Mi camisa desprendida, calor, voy del lado del acompañante en una F100 quejumbrosa. Joel maneja. Sus rulos rubios desteñidos se agitan con el viento. Sarah prende un Camel, las cenizas se vuelan, su melena baila como la de Medusa sobre su cara y sus hombros de bronce descubiertos. Y una banda de indie pop local suena en la radio mientras nosotros rodamos por una ruta maltrecha a través de los campos de Louisiana.
¿Fantasía evasiva? Sin duda. Huida de una mañana en la que debo hacer un trabajo que hoy no quiero. Fantasía que elijo dejando estar en mi pulcra vigilia el polvo de mis sueños, promesas de un nuevo despertar. A pesar del desgano con que emprendo malamente la preparación de mi desayuno y salgo al trabajo, una tenue alegría intima me acompaña. :: ~
Todas estas ansias de ser algo grande,
y la angustia de no encontrar el camino. :: ~
Nadie puede quitarte el maravilloso mérito de (con el reparo de las circunstancias) haberme enamorado. Todo un logro para tu feminidad! :: ~
La Ribera, 18 de diciembre de 2003.
Nomeolvides:
Te escribo una vez más, condenado al género epistolar, esta líneas, retratándote lo que no soy y lo que quisiera ser. Sí, condenado, porque es este género el único para el que parecen darme las fuerzas y el único que me promete en algún grado la certeza de que alguien algún día me leerá.
Como el conjunto de mi vida, la única inspiración de estas frases es la denuncia de mi dolorosamente tonto existir.
Me miro en esta tarde y lloro, porque ni para seguir estas letras me dan las fuerzas. Hace falta que alguien que me diga quién me asesino y otro que me coloque en una posición acorde a mi estado. :: ~
Rosario, 2 de noviembre 2003.