Pensados ~:: El suelto

Hay momentos –en general los atardeceres-, hay días –usualmente los domingos-, en que siento la alegre pesadumbre de estar muerto y vivo, y me invade un ansia eterna, una melaza de nostalgias que se pega a las telas de mi pensamiento y me trastorna con unas ganas imparables de ser algo, otra cosa. Cientos de veces me he preguntado de dónde me viene todo esto y a dónde me conduce; este sordo deseo de fama. Y ahora pienso que no es más que el querer que me otorguen un carné para entrar en una comunidad. Y miro por la ventana los gatos revolcándose sobre las chapas del galpón allá abajo y escucho a mi hermana hablarme del diálogo melancólico de las ballenas al atardecer. ¿Qué obscura memoria, qué visión atávica me conduce? Y pienso que todos estamos bajo los mismos astros.

Y pienso que algo anda mal, que alguna cosa se rompió, porque no encuentro una comunidad y porque el carné nunca llega. Y entonces me escapo hacia otra cosa –sin dudas una esperanza-, una añoranza de viaje, de ojos bellos, de lago, de fuego, de otras lenguas, de besos tercos. ::~